AMLO acude al poblado de Coahuila que atestiguó la apoteosis cardenista en el 88

SAN PEDRO DE LAS COLONIAS, Coah. (apro).- Cuando en 1988 Cuauhtémoc Cárdenas llegó a San Pedro de las Colonias, los campesinos de la comarca fueron a su encuentro. Caminaron de los ejidos, llegaron en camionetas y montando animales para saludar al hijo del Tata.

“Fue histórico. Esta es poca gente para lo que fue aquello”, valora la profesora Gloria Monsiváis, militante fundadora del PRD en 1989 y, ahora, integrante de Morena.

Frente a palacio municipal llegan campesinos ancianos, sobrevivientes del fracaso algodonero, hombres del semidesierto que estuvieron con Cárdenas en el 88 y ahora están con Andrés Manuel López Obrador, cuyo mitin en su tercer día de campaña se desarrolla en la misma calle donde ocurrió la apoteosis cardenista.

Pero no ha elegido la misma disposición de escenario que aquel día histórico, que tuvo por telón de fondo la casa de la cultura donde se dice que Francisco I. Madero escribió “La sucesión presidencial de 1910”.

Al contrario, el escenario de hoy está a una cuadra y, aunque las reivindicaciones maderistas serán lo del día, la referencia a Cárdenas sólo se expresa en la admiración que el aspirante presidencial proclama por “El General”, ni por asomo hacia Cuauhtémoc.

Justo en el asta bandera central, donde se lee la inscripción en piedra “La Patria es primero”, Antonio Acero, campesino del aledaño municipio que lleva por nombre el del prócer de la democracia, presume que él siempre estuvo en el PRD hasta que “se vendieron” por el Pacto por México.

Más allá, José Limón también salió de su tierra para apoyar a Cárdenas, pero ahora lo acusa de traicionar a su padre y al pueblo.

—¿Por qué dice eso?

—Porque cuando fuimos a pedirle ayuda por el castigo al precio del algodón, nos dijo que resolviéramos nuestros problemas, que nada podía hacer.

En eso entra a la plaza López Obrador y el grupo de campesinos que acompañan a Acero intentan erigirse fallidamente en su escolta.

Madero hoy es más invocado inclusive que Benito Juárez, el domingo pasado: Madero “un hombre bueno”, Madero “el apóstol de la democracia”, Madero, el hacendado “que siempre se preocupó por los pobres”.

López Obrador convoca a Beatriz Gutiérrez Müller, su esposa que, si bien lo ha acompañado en todos los eventos desde el domingo 1, hoy declara en plural que “nos vamos a estrenar”, que en realidad es singular y en primera persona, pero como ha investigado sobre Madero y los maderistas, su marido le pide hablar.

Y ella se explaya, recuerda a generales y periodistas, habla sobre cómo se ha olvidado que la solución a todos los males es la democracia y pide defenderla. Ella misma, sostiene, estará ahí para defenderla.

Cuando vuelva la palabra al candidato, dirá que Francisco I. Madero quería que en México se estableciera la democracia, por eso su lema “sufragio efectivo, no reelección”, que efectivamente el pueblo elija a sus gobernantes y “esa demanda que está pendiente es lo que vamos a llevar a cabo al triunfo de nuestro movimiento”.

Pero López Obrador no se queda en eso. En su alocución dice que hay tres momentos importantes de transformación: Independencia, Reforma y Revolución. Y a su juicio, esta elección (naturalmente con él) representa la oportunidad de vivir la cuarta transformación.

Hasta ahora las referencias democráticas.

Para entonces la protesta de militantes que exigen auditar a la dirigente de Morena en Coahuila, Miroslava Sánchez, se ha diluido y sobreviven acaso algunas pancartas cuyos dueños, los inconformes, no pudieron acercarse a su candidato y, horas después, cuando vaya a Gómez Palacio, Durango, deberá arengar para serenar a la multitud.

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El reclamo en Gómez Palacio será por motivos distintos a los de San Pedro. En la Laguna de Durango la candidatura para diputada federal fue dada a Marina Vitela, expriista que apenas dejó su partido en febrero pasado.

Cuando López Obrador llega a la Expo Gómez Palacio, el auditorio con unas 5 mil personas lo aclama, pero entre los tradicionales vítores del obradorismo un rumor parece sonar a PRI.

Se clarifica la protesta. Cuando el maestro de ceremonias anuncia la intervención de Vitela, un obstinado “¡Fuera el PRI, fuera el PRI!” se abalanza sobre ella hasta aplastar su aplomo.

“Les pido que por respeto…”, intenta.

Y la respuesta es el persistente “¡Fuera el PRI!”, que no se silenciará hasta que López Obrador tome la tribuna y los gritos de protesta se cambien otra vez por los tradicionales “es un honor…”, “el pueblo, unido…”, etcétera.

La maniobra es clara: abraza a la candidata y entonces declara que “el movimiento” es abierto, plural, incluyente. Y entonces sigue su intervención con ofertas de campaña, sus bromas, sus peticiones de confianza, su promesa de erradicar la corrupción, su pedimento de confianza… y, al terminar, sólo dice que el protocolo se alteró, que tocaba hablar a la candidata, a Gonzalo Yáñez, el petista anfitrión y a él mismo, pero que él ya había hablado por la candidata y por él, así que Gonzalo se queda con el micrófono para un anodino mensaje.

Por segundo día, después de la desorganización del acto ayer en Apodaca, Nuevo León, Alberto Anaya, dirigente del PT, en sus bastiones queda mal.

En una lateral, unos 50 hombres robustos con camisetas de la sección 22 del sindicato minero hacen sonar sus porras en alto decibelaje.

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Es día de conflictos, ni duda cabe. Más allá de los conflictos internos, por el reparto de candidaturas y la acogida a priistas y panistas, López Obrador reacciona ante los anuncios del vecino del norte.

Lo dice en San Pedro y lo dice en Gómez Palacio. Si Donald Trump insiste en militarizar la frontera, convocará a una “cadena humana” del lado mexicano, todos vestidos de blanco, en protesta por ese acto de hostilidad y mala vecindad.

Pero insiste en tener prudencia, en esperar y en convencer a Trump con todos los instrumentos de la diplomacia, de tener con México una relación de respeto.

Se ufana constante: ha recorrido el país y esta vez, en esta campaña, recorrerá los 300 distritos electorales. Con eso, López Obrador responde a los llamados de “sus adversarios” con una invitación: esperen los debates que programe el INE y salgan a recorrer el país, porque esos retos y declaraciones se dan en conferencias de prensa y oficinas desde la Ciudad de México.

Información tomada: www.proceso.com.mx

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