La empresa MABE se alía con refugiados para combatir la pandemia en México

MABE es una empresa trasnacional mexicana, que diseña, produce y distribuye electrodomésticos a más de 70 países alrededor del mundo. Desde 2016, cuando inició el programa de integración laboral de personas refugiadas en Saltillo, Coahuila, MABE se convirtió en uno de los principales empleadores de quienes huyen de situaciones de violencia y persecución. Actualmente, 102 personas refugiadas trabajan en esta compañía.
Durante la pandemia, MABE ha contribuido a la respuesta del país a través de la fabricación de equipos llamados aeroboxes, una adaptación de los cajones plásticos de los refrigeradores, utilizados para proteger a personal médico que trata a pacientes con coronavirus. A la fecha han sido distribuidos más de 30,000 piezas en México y América Latina.
Además, la empresa hizo ligeras modificaciones a su tradicional centro de lavado, con el fin de que estos sean donados a clínicas o albergues que atienden pacientes con coronavirus, para aligerar la carga del lavado de ropa. A la fecha se han distribuido más de 500 centros de lavado en México y Centroamérica.
En la fabricación de estos productos, están involucradas personas refugiadas.
“Para nosotros es un orgullo saber que en esa primera línea de batalla contra el coronavirus también hay personas refugiadas que están aportando en esta batalla y ayudando al país”, aseguró Pablo Moreno, director de asuntos corporativos de MABE.
“Son personal sumamente comprometido con la organización, tienen mucha hambre de salir adelante, de aprovechar la oportunidad que se les está dando”, añadió.
José Manuel, hondureño de 34 años, fue de una de las primeras personas refugiadas en ser contratadas por MABE. Llegó a México con su esposa y sus dos hijos en 2016, por los riesgos serios de seguridad que enfrentaba su familia. Vivió 13 años en Estados Unidos, y cada tres o cuatro años regresaba a Honduras. Cuando volvió para reestablecerse definitivamente en su país, comenzaron las extorsiones.
“Estuve extorsionado casi un año, ya no lo soporté. Fue cuando tomé la decisión de dejar a Honduras, por temor a que le hicieran algo a mi familia. Para todo hay un límite, lo que yo traté de evitar es que se perdieran vidas”, remarcó.
En Palenque, Chiapas, estuvo detenido más de un mes en la estación migratoria. A su salida, él y su familia fueron trasladados a un albergue, donde solo permanecieron algunas horas, pues rápidamente recibieron asistencia humanitaria en efectivo por parte de ACNUR, lo que les permitió rentar una vivienda. Casi un año después fueron reconocidos como refugiados por la COMAR, y reubicados a la ciudad de Saltillo.
Actualmente, José Manuel trabaja en la línea de producción de los centros de lavado que están siendo donados por la empresa a clínicas o albergues en lugares remotos que atienden a pacientes con COVID-19, o bien, a albergues para personas migrantes y refugiadas en el país.
“Estoy muy orgulloso de mi mismo, soy una de las personas que construimos el centro de lavado, los aerobox los hace el grupo de plástico, que está al lado de nosotros. Sabemos que MABE lo ha hecho para donarlos, y que va a donar centros de lavados para los refugiados”, comentó.
Florian Höpfner, Oficial de Soluciones Duraderas de ACNUR, afirmó que la integración local de las personas refugiadas es fundamental para su protección, pues les permite generar los recursos suficientes para poder vivir una vida digna, lo cual se ha logrado con diversos empleadores, MABE uno de los más importantes y de los pioneros en México.
“MABE se ha convertido en un referente de promoción de contratación de refugiados para otras empresas, han visto los beneficios de la integración de los refugiados. Así se expuso en el Foro Global de Refugiados en diciembre pasado.
“Hoy, MABE está brindando su conocimiento y aportaciones en la primera línea de combate del coronavirus y para nosotros es un orgullo saber que en esa línea hay personas refugiadas”, expresó.
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