CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE DERECHOS DE LA MUJER INDÍGENA Y LA DIMENSIÓN DE SU PARTICIPACIÓN POLÍTICA.

 

Por: Jesús Solís Alpuche.

Asistimos al Congreso Internacional sobre la participación y los derechos políticos de las mujeres indígenas, convocado por la Defensoría Pública Electoral para Pueblos y Comunidades Indígenas, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, realizado en Ciudad de Campeche, el día 7. Evento sumamente interesante, dada la emergencia participativa y las expectativas de cambio que se espera en nuestro Estado Nación.

El neoliberalismo económico que profundiza la crisis del capitalismo ha obligado a desarrollar una nueva conciencia política y una conciencia crítica, no solo de parte de las mujeres, sino de los pueblos indígenas en general, dijo en su intervención la maestra indígena boliviana, Eugenia Choque Quispe,  vocal del Tribunal Supremos Electoral de Bolivia: “no solamente somos sociedades sujetos de reivindicaciones sino que a lo largo de estos siglos hemos demostrado que somos un potencial alternativo en lo político, a través del ejercicio de la autoridad indígena, comprendido como la diarquía, paridad, en lo económico, en la capacidad de desarrollar y afrontar estrategias de relación estrecha con la madre naturaleza y en lo social, con la creación de redes sociales, a través del ejercicio de la espiritualidad; alternativas que sirven para la sociedad en general”.

 

Jesús Solís Alpuche con la Maestra María Eugennia Choque Quispe, Vocal del Tribunal Supremo Indígena Electoral de Bolivia

En entrevista personal me expuso que, -En los países de América Latina y el Caribe, una mayoría de sus Constituciones Políticas de Estado, como Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú, Guatemala, México se reconocen jurídicamente como países pluriétnicos y multiculturales. La existencia de los pueblos indígenas, en su porcentaje variado da fe de la existencia de la diversidad de población indígena en los países. Sin embargo, la gran debilidad como naciones inconclusas, provienen de la relación de los Estados con los pueblos indígenas, hecho que se materializa en forma de colonialidad desde el poder y también colonialidad en el conocimiento.

-Esta desigualdad que afecta a los pueblos indígenas, lo cual es sostenido desde las mismas organizaciones indígenas (en nuestro país se dice que para que la cuña apriete, tiene que ser del mismo palo) es un fenómeno estructural histórico que, a pesar de las políticas de integración de los indígenas al Estado nacional, no ha tenido resultados, no solo por el modelo asimétrico y desventajoso para los pueblos, sino también la continua negación de las condiciones de equidad, bienestar e igualdad jurídica para los pueblos.

En su conferencia magistral dijo que la emergencia del movimiento indígena en los últimos años es la vieja historia de la lucha por la dignidad y la justicia por los derechos humanos, esto adquiere una dimensión política de participación de los pueblos, tal es el caso en Bolivia, Ecuador y actualmente Guatemala, en el solo objetivo de mejorar las condiciones de vida. Esta dimensión de participación política tiene un escenario nacional e internacional.

Otra exponente internacional en el Congreso, fue la Dra. Blanca Cecilia Velázque Tigse, hoy dirigente nacional del Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik, fue asesora técnica del Movimiento Indígena Campesino del Cotopax coordinando la Red de Mujeres Políticas de esa provincia.

En su intervención expone su trabajo movimientista, que inicia en mayo de 1990 cuando un grupo de mujeres indígenas fueron las primeras en llegar a Quito. Estaban cansadas del maltrato que recibían en los buses, la discriminación que vivían en los centros de salud y la agresión que para ellas significaba que las obligaran a sacarse el sombrero en las escuelas y colegios.

 

El politólogo, Solís Alpuche con la Dra. Blanca Cecilia Velázque Tigse, del Movimiento Ecuatoriano de Unidad Plurinacional Pachakutik .

Cecilia Velázque, una joven secretaria de la Unión de Organizaciones Campesinas del Norte de Cotopaxi, arengaba a esas mujeres de la parroquia de Toacazo a que tomaran a sus hijos, la ortiga y su cucayo (comida) y lideraran al grupo. El jueves 4 de junio se cumplieron 20 años desde el levantamiento indígena de 1990. ¿Ese acontecimiento marcó un antes y un después en la sociedad ecuatoriana? Hubo un quiebre no solo político. Antes de los noventa había un discurso monocultural. En el Estado se reconocía una sola lengua, una cultura, una religión… En 1990 irrumpió el concepto de estado plurinacional. ¿Qué cambios hubo? Desde junio de 1990, frente a la salud hispana se habló de salud intercultural, por ejemplo. Se empezó a plantear que las prácticas ancestrales debían integrarse al sistema. Antes se sostenía que eran supersticiones, magia negra. El levantamiento permitió identificar rasgos de pluriculturalidad, lejos de la cultura blanco mestiza
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Para Velasque, el liderazgo de estas mujeres en el levantamiento de 1990 no fue coincidencia, sino una estrategia con una presencia femenina que presentaba a la mujer como la Pachamama (tierra): “La dadora de la vida que no quiere violencia”.

La vinculación de Velasque con las necesidades del movimiento indígena y, en especial, de la mujer del campo le llegó por dos vertientes: una de su padre, cuando de niña lo ayudaba a escribir las actas de los debates de la organización indígena de la que era secretario, pese a que no sabía escribir, y de monseñor Leonidas Proaño, de quien dijo ser nieta, pues la formó en la lucha contra los grandes hacendados por la redistribución justa de la tierra.

Dice que el movimiento indígena ha evolucionado, tiene líderes más preparados y agendas amplias que integran las necesidades del campo y la ciudad. Pese a ello, cree que el racismo persiste en el discurso de ciertos actores políticos que los tildan de “tontos útiles” o que califican al levantamiento de este agosto como una “simple movilización sin éxito”.

Entre los testimonios de violencia electoral en contra de la mujer en diferentes estados del país que se expusieron, estuvo el de la C. Socorro Pacheco Tec, de Tecoh, Yucatán, quien se considera agraviada por las prácticas machistas de sus representantes partidistas, locales y estatales. Que desviaron las prerrogativas de ley, además que la vilipendiaron y ofendieron en su dignidad como mujer maya “Todo por tratar de hacer una política diferente” dijo.

 

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