LA VIGENCIA DEL AGRARISMO DE EMILIANO ZAPATA

Ponencia de Jesús Solís Alpuche en la Academia Liberal de Yucatán con motivo del centenario del asesinato de Emiliano Zapata, en Chinameca, municipio de Ayala, Morelos.

“Voy a decir verdades amargas; pero nada expresaré a usted que no sea cierto, justo y honradamente dicho.” Emiliano Zapata Salazar.

El agrarismo y la tenencia de la tierra, se remonta al conflicto histórico de la humanidad, incluso desde sus orígenes bíblicos y teóricos de la evolución y la revolución. El zapatismo es un producto mexicano de este proceso del desarrollo histórico, que gran parte ya expuso el Dr. Raúl Vela, en su versión sobre las cuatro guerras de Zapata por lo que, voy a tratar de desarrollar y disertar desde la hermenéutica, una interpretación, de su contenido.

En lo personal entiendo la hermenéutica como la técnica, o método de interpretación de textos que se remonta a la exégesis bíblicas, es decir de varios libros llamados sagrados como la Biblia o el Popolvuh y/o a las historias escritas u orales para explicación de mitos y leyendas populares.

Por eso en días pasados escribí que El mito, la leyenda, el hecho de que Zapata Vive, se inicia desde el día de su asesinato hace 100. Y si Cuauhtémoc, el joven abuelo, según loa en la Suave Patria Ramón López Velarde, es el único héroe a la altura del arte; Emiliano Zapata, después de la versión que le hizo John Steinbeck, a la caracterización de Marlos Brando bajo la dirección de Elia Kazan en la Película Viva Zapata, su inmortalidad se internacionaliza, para que bajo el impacto del TLCAN y el surgimiento del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) el 1º. de enero de 1994, el zapatismo se mitifique y globalice.

Nuestros pueblos originales eran eminentemente apegados al espíritu de la naturaleza. Su ciencia y religión estaban vinculadas estrechamente a la tierra, la lluvia-agua, al viento, al sol y a las estrellas. Cuando en Europa aun andaba en la barbarie, mayas y mexicas, conocían y leían en la traslación, no sólo del planeta tierra alrededor del sol, que median en dos calendarios precisos: El Tzol Kin, de 260 días, para la gestación de vida general, que tenía que ver con la tierra y el agua de donde procede todo género de vida y su alimentación, hasta de la gestación de los seres humanos, y el Haab, de 360 días hábiles y 5 días difíciles, de recogimiento, sino que la traslación del mismo sistema solar alrededor de la estrella Alción, la más brillante de la Pléyades y centro al cual se traslada nuestro sistema solar, que dura 26 mil años, en cinco etapas equivalentes a estaciones diferentes de a 5,125 años.  La Estela 1 de La Mojarra, la Estatuilla de Tuxtla, la Estela C de Tres Zapotes y la Estela 2 de Chiapa de Corzo se encuentran escritas en epi-olmeca, un sistema de registro distinto —aunque con bastantes semejanzas— al empleado por los mayas del Clásico.5​ Por otra parte, la Estela 2 de El Baúl fue creada de acuerdo con la escritura izapaneca. La más antigua de las incripciones en cuenta larga inequívocamente mayas es la Estela 29 de Tikal (Guatemala), fechada en el 292 d.C. (8.12.14.8.15), más de 300 años después de la Estela 2 de Chiapa de Corzo.6

Libros llamados sagrados como la Biblia (monoteísta) o el Popolvuh,(politeísta) dicen que los humanos fuimos hechos de barro-tierra, una figura emblemática para explicar nuestra procedencia y subsistencia de vida. Sólo que, en el Popolvuh, los dioses no pueden ponerse de acuerdo y fracasan hasta que centran su obra en los Hombres de Maíz. Otra figura emblemática.

El libro judeocristiano dice que el universo es obra de dios y que los humanos somos hechos a su imagen y semejanza; la Biblia maya dice que somos parte de Dios y del Universo, después que los dioses fracasaron en sus primeros intentos con los hombres de barro, de piedra y de madera, que significan las 4 etapas geológicas de nuestro planeta.

Y si vamos a otros libros de los más antiguos, denominados como sagrados vamos a encontrar que la Tierra tiene un ideal de respeto e importancia universal, pero también es la causa de los graves conflictos históricos, por la expansión del poder de dominación colonialista, casi siempre disfrazados de liberación o de salvación como fue el caso de las cruzadas, o civilizatorias como fue la invasión de América de parte de ingleses, franceses, portugueses y españoles, que en realidad buscaban tierras para expandir sus dominios.

Sobra decir que, en el mundo capitalista, cuyo desarrollo histórico, desglosa Marx y Engels magistralmente, nunca se le va a dar la importancia que tiene el trabajo, cuya función social es la que en realidad transforma el mundo y al Ser Humano mismo. Marx lo define señalando que “el trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre regula y controla su metabolismo con la naturaleza. El hombre se enfrenta a la materia natural misma como un poder natural. Pone en movimiento las fuerzas naturales que le pertenecen, brazos y piernas, cabeza y manos, a fin de apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida”.

Y claro, si no se le da el valor e importancia que tiene el Trabajo históricamente, menos se le va a dar importancia a la tierra, medio de producción más antiguo de subsistencia de vida, y ahora de riqueza natural como son los minerales, el agua, el petróleo y otros extractivos.

La vigencia del agrarismo de Emiliano Zapata, entonces, lo podemos ver en Frants Fanon, (1925-61) que es un clásico en el pensamiento revolucionario de las décadas de los años 70. Extrapolado a veces mecánicamente a otras realidades, de todos modos, ofrece una mirada descarnada sobre el sufrimiento padecido por la población africana, y sobre la extrema crueldad de la cultura Occidental hacia otras. Fannon analiza cuáles serían las condiciones para la liberación, sin ambigüedades ni temores al hablar sobre el uso de la violencia. Pero va más allá. ¿Y luego de la Independencia qué? Nuestro autor no duda: el socialismo. Un socialismo de base campesina, que no importe ningún sistema, sino que busque su socialización propia entre la tierra y territorio humano.

En sus “Condenados de la Tierra” dice para desarrolla su argumento en cinco partes: Primero, reconocer el uso de la violencia para lograr la liberación. Desde su perspectiva, la violencia es imprescindible en una revolución verdadera contra el colonialismo y el imperialismo. Los colonizados han vivido en una atmósfera de violencia creada por los colonizadores, sea implícita o explícita; de ahí que la neutralidad o la pasividad por parte de los colonizados no logre su liberación sino la dominación continuada desde los centros de poder colonizadores. La violencia por parte de los colonizados, más que ser una contrapeso a la violencia institucional, es una manera de unir al pueblo. La acción violenta compartida por las masas hace inútil la táctica de los centros colonizadores de dividir a los colonizados para mantener su poder. De hecho, la violencia de los colonizados es positiva: Desintoxica. Libra al colonizado de su complejo de inferioridad, de sus actitudes contemplativas o desesperadas. Lo hace intrépido, lo rehabilita ante sus propios ojos. Eleva y empodera al pueblo a la altura del dirigente. Confiere a las masas un gesto de poder por lo concreto”. Usando la violencia, los colonizados pueden eliminar por completo de su país todo vestigio de las estructuras coloniales. Sólo entonces podrán los colonizados empezar a recrear a su país y recrearse a sí mismos.

En la segunda parte de su argumento, Fannon habla más de la violencia. Ahora, el enfoque es cómo usarla mejor. Explica, por un lado, todo lo malo que puede pasar si la violencia no se usa sabiamente. Por otro lado, explica todo lo que se puede lograr con el uso prudente: “el pueblo que lucha, el pueblo que, gracias a la lucha, dispone esta nueva realidad y la conoce, avanza, liberado del colonialismo, advertido por anticipado contra todos los intentos de mixtificación, contra todos los himnos a la nación”. O sea, la violencia es un modo de asegurar una toma de conciencia plena del pueblo, la cual permitirá que no sea nuca más manipulado ni por los ex-colonizadores ni por los nuevos gobernantes de su país.

El lema “Tierra y Libertad” de Zapata expresa la interdependencia de estas palabras. Para los pueblos indígenas y afromexicanos la Tierra es Madre, el cielo es padre que con su lluvia insemina y reproduce el alimento diario. Para el hacendado, la tierra es un medio de producción que, en sus manos como propiedad, le da también la propiedad de las manos del indio, o trabajador agrícola, para que a cambio del alimento, que el mismo produce, pero ya no le pertenece, porque la tierra es privada, y el fruto de su trabajo también sea del propietario de la Tierra.

La cruz y la espada desde 13 de agosto de 1521 impusieron su ley sobre los pueblos indígenas mexicanos. Más de 290 años de colonialismo, crean una forma de cultura de vasallaje entre los mexicanos. El rey Carlos III de Borbón, influido por las ideas de la Ilustración, (1767-1821) llevó a cabo un proceso de modernización por medio de las llamadas “Reformas Borbónicas” que impusieron una serie de cambios políticos- administrativos, económicos, militares y culturales en las colonias, post Constitución de Cadis (1812).

La extensión territorial de la Nueva España era de 4; 925, 283 km². Minas, litorales, selvas, así como tierras y seres humanos en producción por medio de la servidumbre. El 2 de febrero de 1848, México pierde más de la mitad de su territorio (2 millones de km.2.  Para quedar con 1 millón 964 mil 375 k2. Un territorio respetable, con grandes acuíferos, selvas petróleo, minas, huya y una riqueza natural extraordinaria, que nos permitió también ser un país agrícola respetable hasta los años 60s, no obstante, el modelo de desarrollo mexicano históricamente se ha basado en el despojo.

Las modernizaciónes borbónica y porfirista del gran país agrícola de los Siglos XVIII y XIX al país industrial del Siglo XX, estuvo impactado por reformas y modernizaciones que despojaron a los pueblos indígenas de sus territorios. La Ley Lerdo, crea las condiciones para la modernización porfirista. El 25 de junio de 1856, Ignacio Comonfort, presidente sustituto de la república, expidió el Decreto sobre Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas de las Corporaciones Civiles y Eclesiásticas. De camino se afecta la comunidad indígena.

Como el PROCEDE siglo y medio después, el objetivo (propaganda) de la Ley Lerdo, registrada en la historia, fue crear una clase media rural que, a semejanza de la norteamericana se involucrara en un nuevo tipo de desarrollo capitalista, esta vez, en el campo, y a base del despojo legal de los bienes de las comunidades indígenas. Esa fue una de las causas principales de docenas de guerras campesinas, en el Siglo XIX, como las llamadas “De Castas” en Yucatán. Y principal caldo de cultivo de la Revolución Mexicana, en contra de Porfirio Díaz, cuyo verdadero adversario era Emiliano Zapata Salazar.

EL PLAN DE AYALA: El historiador de la revolución Mexicana John Womack, fue quien llamó a esta etapa como la sagrada escritura de los zapatistas, documento escrito por Emiliano Zapata y Otilio Montano, el cual se firmó el 25 de noviembre de 1911. Su proclamación se realizó en Ayala, Morelos, el 28 de noviembre del mismo año. Este documento constituye el manifiesto en el cual se proclamó la ruptura de la rebelión zapatista con el iniciador de la revolución Francisco I. Madero, ya presidente de la República desde el 7 de junio de 1911. La indecisión de Madero en el reparto agrario, y su condición de que Zapata desarme a su ejército, para iniciar negociaciones, determinaron la nueva rebeldía de Zapata; que regresa a Morelos manifestando que, si los campesinos no habían podido conseguir la justicia levantándose en armas, menos garantías tendrían si entregaban las armas.

El Plan de Ayala sostenía que lo campesinos debían presentar los títulos de propiedad, que en su mayoría eran de tipo comunal y se originaban del virreinato, títulos que fueron declaradas sin ningún valor por la Ley Lerdo, esta formaba parte de las Leyes de Reforma, lo que constituía una expropiación, legalmente hablando, de las tierras que los pueblos originarios poseían y de la cual vivían. Como vemos, tanto la modernización borbónica, como la modernización porfirista, fueron violentos, contra los pobres de la tierra y de ahí la vigencia del pensamiento de Zapata.

No obstante, la Constitución de 1917 estableció los derechos agrarios para los pueblos indígenas, campesinos y comunidades rurales, fue hasta 1938 en que el presidente Lázaro Cárdenas, dentro de su Plan Sexenal, decretó el Reparto Agrario en Yucatán y otros lugares de significativo desarrollo agrícola como la Laguna.

En México hoy contamos con que el 52 % del territorio es ejidal, o sea que 105 millones 980 mil hectáreas pertenecen a 31 mil 980 núcleos agrarios, en los que están inscritos 4 millones 962 mil sujetos agrarios, de los cuales el 75 % son ejidatarios y 25 % posesionarios.

En Yucatán el ejido contaba con 2 millones 236 mil hectáreas de terrenos ejidales (57 % del territorio del Estado) repartidas entre 767 núcleos agrarios o ejidos, que a su vez tenían inscritos a 128 mil 40 sujetos agrarios (el 7 % de la población)

Si analizamos el potencial territorial que tiene nuestro Estado y nuestro país, podríamos entender la vigencia del apotegma de Zapata, si la tierra fuera HOY de quien la trabaje.

Desgraciadamente, las nuevas generaciones piensan que los chícharos, y hasta los chiles se dan en latas. La enajenación que se vive respecto a la producción en el campo y la necesaria soberanía y autosuficiencia alimentaria, causa pánica, porque en la actualidad dependemos de la producción de granos y otros alimentos, procedentes de los Estados Unidos, que como estrategia de seguridad de expansión y neocolonización nacional, subsidia su producción agrícola de 56 mil millones de dólares en 2017, a 97 mil millones en 2019.

La vigencia del zapatismo y su mística indígena mexicana, se manifestó de nuevo en nuestro país, el 1º. de enero de 2004, cuando la firma del TLCAN. Un nuevo tipo de guerrilla armada, más con ideas que con fusiles y metrallas. Ese mismo proyecto, sin rostro, pero con la misma memoria contra el despojo capitalista, permanece en los altos de Chiapas, resistiendo en más de 30 municipios autónomos, con gobiernos comunitarios. En Cherán, Michoacán, y en miles de defensores de nuestro territorio: agraristas, extensionistas, ecologistas, defensores de derechos humanos de los pueblos indígenas que se enfrentan todos los días al violento desarrollismo que se trata impone porque el lucro capitalista, sigue siendo más importante que la salud del ser humano y del planeta.   

Ahora el despojo ya no es directo para las grandes haciendas y factorías. Hoy es a base de la imposición de megaproyectos que contaminan y arrasan con la forestación. La propiedad de las semillas que se adjudican las grandes empresas con el pretexto de mejorarlas, la agroindustria que contamina el ambiente y la salud; la tala de bosques y selvas, el desvío de ríos, cañadas y la contaminación de los cenotes. Por esto y más la imagen, el perfil político implacable, la intransigencia democrática incorruptible y el compromiso ético de Emiliano Zapata en defensa de la Tierra como nuestro patrimonio sigue vigente. Muchas gracias. chatzacan@hotmail.com

 

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