Por: Jesús Solís Alpuche
La historia del apocalipsis es una de las más antiguas que los humanos cuentan. En las tradiciones ancestrales religiosas más allá del cristianismo —incluyendo el judaísmo, el islam y el budismo— es una narrativa común que surge en momentos de crisis sociales y políticas, cuando la gente intenta procesar eventos impactantes.
“Se levantará reino contra reino y nación contra nación”, (Mateo 24-7-14 y Lucas 21-10) enseñó Jesús a sus discípulos según los Evangelios. E históricamente hay una amplia división política, primero a nivel continental y hoy a nivel global. “Habrá terror y grandes señales del cielo”, dijo Jesús. Hoy vemos cómo se desvanecen los valores bíblicos. Y los pueblos son sometidos por gobiernos que en su mayoría, no actúan por el bienestar común de sus gobernados. Y ahora esto, una pandemia.
Pero hay gente que no tiene miedo. Ha estado escuchando en línea a sus predicadores favoritos, que les dice que la pandemia del coronavirus es una “restauración divina”
Y en efecto. Este tipo de momentos te pueden hacen revaluar todo. Mientras todos pasamos por un periodo de aislamiento. “Dios está usando este momento para el bien, para enseñarnos y entrenarnos en cómo vivir mejor la vida”.
Pero qué relación hay entre los mensajes bíblicos, los Evangelios y los acontecimientos que cíclicamente vivimos, como la cuarentena por la que atravesamos y el conflicto entre Estados Unidos, China, Venezuela, Irán y Rusia, ¿por el petróleo y el control de la economía global?
Podemos decir que no hay una relación directa. Pero por deducciones e implicaciones de los textos, si hay una vinculación indirecta con los mismos relatos. Llama la atención más que el lenguaje bíblico, en el Nuevo Testamento, en los textos llamados Evangelios, los escritos no sean en lenguaje cultural y menos religioso en el sentido tradicional, sino que su contenido esté en un lenguaje social y político.
Jesus habla dl Reino, termino político. Bajo ciertas condiciones aceta el título de Mesías (Ungido para la Liberación) sustantivo político, habla de justicia divina y la misma palabra Evangelio, de raíces griegas, tiene su definición de “Buena Noticia” en el campo de la vida pública. Una información fundamental de una proclamación que tiene implicaciones de gran transformación en el campo de la vida pública. Es un mensaje de vicoria de una batalla histórica de gran calado que interesa a toda la comunidad que hoy es la humanidad.
Así podemos empezar a considerar que el cristianismo, o sea la Proclama de Jesus, anuncia el propósito de iniciar una nueva forma de vida en la cual no se puede excluir las relaciones y derechos políticos, sociales y económicos, pero que hay que cumplirlas como Dios manda. No olvidemos que los tiempos de Jesus eran tiempos teocráticos.
¿Pero cuáles son los caminos para alcanzar a cumplir ese proyecto en la construcción del Plan de Dios? Tanto la historia como la Biblia registran cuatro opciones que desde entonces se siguen reproduciendo a través de los tiempos, y siguen siendo las opciones lógicas de hoy, entre las que se pueden identificar los mismos elementos, objetivos y subjetivos, en la circunstancia de los Saduceos, los Fariseos, los Esenios y los Celotes.
Los Saduceos o Zadoquitas, procedías de la aristocracia israelí y expresaban la posibilidad política de ayudar a sus adeptos del pueblo empobrecido, y llevarlo a mejores condiciones de vida, mediante el colaboracionismo y hasta la servidumbre, condicionada con el poder romano, que en tiempos de Jesus mantenía sojuzgado al pueblo de Israel. Mantenían la estrategia de colaboracionismo con el sistema de dominación imperial, con el propósito de sacar el mejor beneficio para su proyecto en la difícil situación por la que atravesaba Israel.
Así lograban algunos privilegios del imperio romano, único en sus tiempos, como el de no tener en sus templos la imposición del águila Romana. También mediante la política de negociación, los Saduceos tenían cierta independencia administrativa en relación con el culto monoteísta, al que radicalmente se oponía el politeísmo romano. Privilegios únicos conseguidos a base de la política de colaboracionismo con las fuerzas de dominación imperial. Su razonamiento era simple: no se podía cambiar la realidad, así se habían adaptado, y por la adaptación del pueblo, obtenían de Roma, los beneficios personales y de grupo que les fuera posible.
En la época violenta, como lo era el tiempo de Jesus, su trabajo político era eficaz, y de las cuatro opciones que analizaremos, la de los Saduceos y su colaboracionismo, considero que es la única que no habría asumido Jesus mediante las tentaciones que sufrió en ese tiempo decisivo, pues es el sector Saduceo y de los herodianos, los que desde su nacimiento intentan liquidarlo. Fue Caifás, su líder máximo en el Sanedrín, en que tenían mayoría, el que dijo que era mejor una vida sacrificada por el bien de la comunidad, sin importarle que la vida fuera de un hombre justo.
Esta actitud política, es la que prevalece hasta nuestros días en el comportamiento de una corriente política-religiosa, que sancionan el orden existente y al mismo tiempo lo defienden de la Palabra Verdadera. Los Saduceos eran la doble moral de los tiempos de Jesús, los críticos, dentro del orden establecido por Roma; los profetas orgánicos, que en momentos de definiciones condenan el cambio verdadero.
En nuestros tiempos prevalecen este tipo de partidos y políticos que se consideran y se proclaman decentes, pero en su corazón y mente anida la traición y la corrupción, porque en su momento, manipularon a sus adeptos para pedir la liberación de Barrabas, a cambio de la crucifixión de Jesús.
chantzacan@hotmail.com